7. Factores protectores

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Adulto de confianza[editar | editar código]

Es la persona a quien los estudiantes pueden recurrir para buscar ayuda, ya sea que se trate de la víctima o del espectador de los hechos de violencia escolar. A su vez, el apoyo que un niño recibe de un adulto contribuye a prevenir y reducir el impacto de abuso o acoso sexual en la infancia. Inclusive para el mismo agresor, ya que la persona que desarrolla la confianza con los estudiantes se convierte en una ventana de oportunidad para ayudar a aquellos que manifiestan conductas disruptivas. Esta persona deberá trabajar en conjunto con el liderazgo estudiantil del establecimiento educativo, para capacitarles en relación a la prevención de violencia, de manera que los estudiantes líderes tengan el conocimiento y las aptitudes para explicar y capacitar a otros sobre qué hacer cuando se manifiesta algún caso de violencia.

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Los estudiantes no necesitan de un adulto que se comporte como ellos, sino uno que demuestre madurez emocional; un modelo a seguir.

Ilustración 11. ¿Cómo construir la figura de un adulto de confianza en el establecimiento educativo?
Ser un ejemplo en cómo tratar a los demás, pero sin aparentarlo. Los estudiantes tienen un radar para detectar cuando no se actúa con autenticidad.
Conectarse con la cultura de los estudiantes. Evitar burlarse de ella o intentar que la cambien por la suya. Evitar ser como ellos, porque los estudiantes no buscan un adolescente adulto, sino un adulto con madurez emocional.
Llamar a los estudiantes por su nombre.
Escuchar a los estudiantes fuera del aula.
Involucrarse en las actividades de los estudiantes; participar con ellos o estar presente en sus actividades importante.
Aprovechar cualquier oportunidad para acercarse a un estudiante y preguntarle algo más allá de lo académico. Eso implica prepararse poco a poco para ser un mentor.
Dedicar tiempo a escuchar los problemas de los estudiantes cuando se le acerquen. Una vez que un estudiante lo haga, los demás querrán ser escuchados. Recordar que no siempre se trata de aconsejar u orientar. La clave de la confianza es saber escuchar.
Abogar por las causas nobles y justas. Saber defender a las víctimas y ser un pacificador de los agresores; ambos lo necesitan.
Preguntar e indagar, en vez de hacer suposiciones sobre cualquier situación que esté pasando algún estudiante.
Es muy importante comunicarse y dialogar con los padres de familia de los estudiantes.
Brindar realimentación sobre las buenas acciones que los estudiantes hacen. Es importante elogiar su comportamiento o proponer opciones para mejorar las actitudes o comportamientos de aquellos que lo necesitan.
Practicar la validación de la personalidad de los estudiantes con frases que resalten sus cualidades y capacidades. Recordar el dicho popular: elogios en público y regaños en privado.
Establecer límites entre la relación de los estudiantes, docentes, directores y orientadores (adultos de confianza en potencia). Estos deben ser claros y evidentes.
Preparase para esta tarea a través de literatura sobre el desarrollo evolutivo de la infancia y la adolescencia.
Fuente: Digeduca, 2015

Educación integral en sexualidad[editar | editar código]

Las manifestaciones de violencia en muchos casos están relacionadas a la carencia de educación integral en sexualidad, en especial la violencia sexual y sus derivaciones. La prevención de violencia debe incluir estrategias y actividades para educar a la niñez en el tema, de manera que el conocimiento sea un factor protector que contribuya a cuidar la integridad de los estudiantes dentro del establecimiento.

Para esto, el Mineduc cuenta con una estrategia para equipar a la comunidad educativa con recursos y materiales que pueden ser descargados en su sitio electrónico.

Estudiantes espectadores, ¿cómo pueden ayudar a prevenir la violencia?[editar | editar código]

Los estudiantes espectadores juegan un papel fundamental en la prevención de la violencia, ya que pueden convertirse en un factor protector. A continuación se describen algunas opciones en caso de presenciar o ser testigo de un acto de violencia:

  1. Contarle a un adulto de confianza o dejarle una nota anónima sobre lo observado.
  2. Pedirle a la víctima que recurra a un adulto de confianza para contarle su situación. Si la víctima no se siente en confianza, puede preguntarle al espectador si puede acompañarla a hablar con algún adulto.
  3. Reiterar en la importancia que tiene denunciar cualquier acto de violencia de la que sea testigo, aun cuando ya se lo haya contado a alguien y no haya sucedido nada. El silencio es el mejor aliado de la violencia.
  4. Si el estudiante no encuentra apoyo ni tiene confianza con nadie en el establecimiento educativo, se le debe motivar a que busque un familiar a quien contarle lo que ha visto para darle a conocer la situación que otra persona está viviendo.
  5. Los observadores deben saber que entre más adultos se enteren de las situaciones de violencia que están manifestándose en el establecimiento educativo, será mejor para mitigarla. Cuando docentes, director, consejeros, padres se enteran, las opciones de tratar con la violencia son más afectivas”[1].
El silencio es el mejor aliado de la violencia.

Espacios para la promoción de denuncias[editar | editar código]

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El buzón: en un lugar estratégico del establecimiento educativo colocar un buzón, o similar, para recibir notas de denuncia de forma anónima, así como quejas o cualquier información que los estudiantes quieran hacer respecto a hechos de violencia que estén viviendo, observando o escuchando dentro y fuera del establecimiento educativo.

Auricular de teléfono.png

Sistema de registro de casos de violencia: los establecimientos deben contar con registros de las quejas y reportes de violencia recibidos. Además de promover la línea telefónica 1503 de Quejas y Denuncias del Mineduc.

Normas de convivencia de la comunidad[editar | editar código]

Todas las comunidades, en especial en el área rural, cuentan con una serie de acuerdos internos y normativas que se promueven para mantener la cohesión y el respeto entre los residentes. Los establecimientos educativos deben aprovechar esos acuerdos establecidos para promoverlos dentro del establecimiento, respetando así la armonía y la convivencia de la organización comunitaria, para que ellos a su vez se conviertan en aliados contra la violencia escolar.

La relación del establecimiento educativo con la comunidad y su organización es clave para la prevención de violencia externa, o delitos que se cometen fuera del establecimiento que afectan a los estudiantes, docentes y demás participantes. La comisión de disciplina junto al director y el supervisor educativo, pueden organizar a los padres de familia para que reporten cualquier acto de vandalismo, delito o conductas disociables que observen en los alrededores del establecimiento para mantener informada a la comunidad educativa y las autoridades de seguridad.

Otros factores protectores[editar | editar código]

Además de contar con los conocimientos y la formación necesaria en el tema de educación integral en sexualidad y prevención de violencia, y de la presencia de adultos de confianza, existen otros factores que también favorecen la protección de los estudiantes (Varela, Tijmes & Sprague, 2009), como por ejemplo:

  • Los estudiantes necesitan contar con alguien que demuestre interés y preocupación por su desarrollo y avance en cada área de su vida.
  • Efecto Pigmalión: los docentes deben saber comunicarle a los estudiantes las expectativas positivas que tienen de ellos, las cuales se convierten en realidad cuando son altas.
  • Brindar a los estudiantes espacios de participación y expresión significativos para ellos.

Es importante que las actividades de enseñanza-aprendizaje y evaluación que se organicen en el aula contribuyan a preparar a los estudiantes en el desarrollo de habilidades sociales, la resolución de conflictos, el sentido de propósito, la capacidad de crítica y la autonomía[2].

Notas[editar | editar código]

  1. Stop Bullying. (2015). Cómo tratar el tema del acoso. Recuperado el 2 de Marzo de 2015, de Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU.: http://espanol.stopbullying.gov/con%c3%b3zcanos/zes/%c3%adndice.html
  2. Varela, J., Tijmes, C., & Sprague, J. (2009). Fundación Paz Ciudadana. Recuperado el 04 de febrero de 2015, de Paz Ciudadana Colombia: http://www.pazciudadana.cl/wp-content/uploads/2009/06/paz-educa-programa-de-prevencion.pdf

Persona con más experiencia que otra y que comparte sus experiencias con otra persona de menor experiencia.

Son los pensamientos, sentimientos y comportamientos expresados dentro de un grupo particular, varía dependiendo de la cultura, la persona y la época

Término introducido por Le Boterf, entendido como los conocimientos, procedimientos y actitudes que es preciso emplear para resolver una situación. Unos son recursos internos, que posee la persona, tales como conocimientos, procedimientos y actitudes

Es un documento funcional, generalmente breve, que sirve para comunicarse por escrito en situaciones de la vida cotidiana.

Es la unidad de las ideas que se logra cuando estas se vinculan mediante recursos lingüísticos como palabras de enlace, palabras clave o pronombre, entre otros.

Término utilizado, a menudo, como un saber hacer. Se suele aceptar que, por orden creciente, en primer lugar estaría la habilidad, en segundo lugar la capacidad, y la competencia se situaría a un nivel superior e integrador. Capacidad es, en principio, la aptitud para hacer algo. Todo un conjunto de verbos en infinitivo expresan capacidades (analizar, comparar, clasificar, etc.), que se manifiestan a través de determinados contenidos (analizar algo, comparar cosas, clasificar objetos, etc.). Por eso son, en gran medida, transversales, susceptibles de ser empleadas con distintos contenidos. Una competencia moviliza diferentes capacidades y diferentes contenidos en una situación. La competencia es una capacidad compleja, distinta de un saber rutinario o de mera aplicación.