La importancia de las consecuencias negativas

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Las consecuencias negativas también son importantes. Las consecuencias negativas claras, inmediatas y leves pueden reducir conductas problemáticas.

Resultados de investigación[editar | editar código]

De la misma manera que las consecuencias positivas incrementan las probabilidades de que surja una determinada conducta, las consecuencias negativas efectivas reducen esa probabilidad. Tanto las consecuencias negativas como las positivas pueden ser tangibles o sociales. Un comportamiento disminuye por lo general cuando éste tiene un “costo” para la persona, ya sea en tiempo, dinero o en consecuencias no deseadas.

Un conjunto evidente de costos que afectan al comportamiento problemático supone costos económicos. Las personas que pagan multas por faltas o delitos, son menos propensas a cometer faltas en el futuro, especialmente cuando la multa es proporcional a la capacidad de pago del infractor. Cuando el costo del tabaco o del alcohol aumenta, el uso de estas sustancias entre los adolescentes disminuye. Los “costos” sociales de los problemas de conducta pueden incluir la pérdida de los privilegios o una reprimenda leve, en la que el adulto comunica al niño, de manera breve, lo que no hizo bien y por qué eso significa un problema. Otra de las consecuencias negativas que da buenos resultados en algunos niños, es retirarlos brevemente durante cinco minutos de una actividad que se esté llevando a cabo, y pedirles que se sienten solos en un lugar aislado. Generalmente, los adultos consideran estas consecuencias como “castigos”. A las consecuencias negativas severas que causan un daño físico o emocional a los niños, por lo general se les conoce como “abuso” y no deberán utilizarse.

Lamentablemente, muchas de las maneras en que los adultos tratan de castigar los comportamientos problemáticos, a la larga no sirven para disminuir los problemas, incluso si logran que alguien deje de tener una conducta negativa momentáneamente. En particular, los padres de los niños con problemas de conducta, por lo general ocupan gran parte de su tiempo en disciplinar a sus hijos con métodos altamente negativos que no funcionan. Enviar a los jóvenes a la cárcel (otro castigo común para el crimen juvenil) generalmente fracasa en evitar que los jóvenes cometan crímenes en el futuro, después de haber dejado la cárcel. Muchos programas efectivos para evitar problemas serios de conducta enseñan a los padres y a los maestros a disciplinar comportamientos problemáticos de una manera innovadora, sin abuso y con más efectividad.

La razón por la cual el castigo fracasa con frecuencia, probablemente se debe a que es demasiado severo, demasiado tardío o inconsistente. Los costos y las consecuencias negativas serán útiles: a) si ambos ocurren inmediatamente después de que una conducta aparezca; b) si las consecuencias negativas son consistentes, más que ocasionales, y c) si el niño recibe consecuencias positivas, a fin de que adopte comportamientos alternativos adecuados. El aumento gradual de la intensidad del castigo tampoco es efectivo en el largo plazo. En vez de ello, aplicar constantemente consecuencias negativas ligeras probablemente tenga mejores efectos, en particular si las expectativas de buen comportamiento son claras.

En la escuela y en la comunidad[editar | editar código]

  • Los maestros deberán transmitir claramente las reglas del salón de clases, para que los niños sepan cuáles comportamientos pueden acarrearles consecuencias negativas.
  • Los maestros y padres deberán brindar consecuencias negativas breves, inmediatas y leves a problemas de conducta. Algunos ejemplos son reprimendas breves en privado que identifican el problema de conducta con claridad; una breve pérdida de los privilegios, o bien, un aislamiento breve de las actividades que el niño disfruta.
  • Las consecuencias negativas que manejan los maestros tendrán mejores resultados si éstos establecen relaciones cálidas y positivas con sus estudiantes, y si les ejemplifican las consecuencias positivas de usar alternativas que implican reconocimiento social.
  • Los maestros y los adultos deberán evitar las consecuencias negativas que potencialmente puedan dañar al niño, ya sea física o psicológicamente (por ejemplo, insultar a los niños en público).
  • Los niños y otros adultos deberán hacer un seguimiento cuidadoso de los problemas para saber si sus consecuencias negativas disminuyen la frecuencia de las conductas problemáticas. De no ser así, deberán intentar otras formas para el manejo de la conducta del niño.

Referencias[editar | editar código]

  1. Forehand, R.; Long, N. (1996). Parenting the strong-willed child. Chicago, IL, Contemporary Books, Inc.
  2. Walker, H. (1995). The acting-out child: coping with classroom disruption, 2a. ed. Longmont, CO, Sopris West.
  3. Walker, H.; Colvin, G.; Ramsey, E. (1995). Antisocial behavior in school: strategies and best practices. Pacific Grove, CA, Brooks/Cole Publishing Co.

Término utilizado, a menudo, como un saber hacer. Se suele aceptar que, por orden creciente, en primer lugar estaría la habilidad, en segundo lugar la capacidad, y la competencia se situaría a un nivel superior e integrador. Capacidad es, en principio, la aptitud para hacer algo. Todo un conjunto de verbos en infinitivo expresan capacidades (analizar, comparar, clasificar, etc.), que se manifiestan a través de determinados contenidos (analizar algo, comparar cosas, clasificar objetos, etc.). Por eso son, en gran medida, transversales, susceptibles de ser empleadas con distintos contenidos. Una competencia moviliza diferentes capacidades y diferentes contenidos en una situación. La competencia es una capacidad compleja, distinta de un saber rutinario o de mera aplicación.