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Los niños se inician como lectores y escritores en los primeros años de vida, pues es cuando adquieren conocimientos, destrezas y actitudes relacionados con el lenguaje escrito que son la base para el aprendizaje de la lectoescritura. A este proceso se le llama lectoescritura emergente. Antes de ingresar a la escuela, a la educación formal, se espera que los niños ya tengan nociones acerca del lenguaje escrito.

La lectura emergente ha sido definida por varios autores como “los conocimientos, conductas y habilidades de los niños cuando aún no son alfabetizados convencionalmente. Incluyen todos sus intentos para interpretar símbolos y para comunicarse mediante ellos, independiente de que sean dibujos, garabatos o letras.” [1] p.15 Los autores enfatizan en que este desarrollo abarca el período que ocurre entre el nacimiento y el acceso a la alfabetización convencional.[2][3][4]

La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria sostiene que si se promueve la lectura desde edades tempranas se influye en la capacidad lectora y se estimula el desarrollo integral de los niños. Esta entidad afirma que:

  • Antes de los dos años, leer significa tener contacto con el texto impreso, comenzando a diferenciar las letras de los dibujos y los objetos. Conocen que las palabras escritas y las ilustraciones se relacionan entre sí. Luego, conforme se familiarizan con las historias narradas, empezarán a comprender que estas tienen principio, desarrollo y final.
  • A nivel cognitivo-emocional, leer les permite acercarse a otras realidades y, aunque la lectura está ligada a los sentidos (estadio sensorio-motor), transmite emociones, por medio de la voz, el tono, por ejemplo.
  • Estimular la lectura emergente le permite al niño familiarizarse con un nuevo objeto lúdico: el libro. El niño juega con este nuevo objeto, lo muerde, lo hojea, duerme con él, además de disfrutar de sus historias.
  • A partir de los dos años, los niños desarrollan el lenguaje y enriquecen su vocabulario con las experiencias que le brindan los libros.

El papel de los padres en el desarrollo de la lectoescritura emergenteEditar

El apoyo que padres y madres pueden dar a los niños en esta etapa es invaluable al facilitar y promover su interés en el lenguaje escrito. Es importante que en el hogar los niños participen en actividades y juegos alrededor del lenguaje oral, que aprendan a escuchar y tengan la oportunidad de expresarse; además de tener contacto con textos impresos y con materiales en los que puedan expresarse por medio de dibujos, garabatos, etcétera.

Según los estudios realizados por Gates[5] los niños que más aprendían sobre el lenguaje escrito eran aquellos en cuyos hogares se permitía la interacción placentera y agradable con diversos materiales impresos de diferente complejidad.

Un mecanismo valioso para estimular el desarrollo de la lectoescritura emergente es modelarles a los niños el uso de la lectoescritura en situaciones de la vida diaria. Además de crear hábitos y momentos familiares en torno a los textos escritos. Por ejemplo, cuando los adultos leen el periódico, una revista, la información en un empaque de alimentos o en una valla publicitaria o cuando escriben una nota o un mensaje, les transmiten al niño la idea de que el lenguaje escrito está en todas partes y que sirve para una variedad de propósitos.

Sugerencias para los padres analfabetas
Sugerencias para los padres analfabetas.png
  1. Converse con sus hijos sobre las imágenes de los libros, revistas y periódicos. Es importante que ellos perciban sus esfuerzos por adquirir la destreza de la lectura.
  2. Proporcione el acceso a diferentes tipos de textos (libros, revistas, folletos) y materiales como lápices, crayones, hojas.
  3. Promueva que los hermanos mayores u otros familiares les lean historias a los niños pequeños.
  4. Cuénteles a sus hijos anécdotas y sucesos importantes de la familia y de la comunidad.
  5. Propicie que el niño tenga un tiempo específico y un espacio agradable para la lectura; manifieste que para usted es importante la actividad que está realizando.
  6. Deles a los niños la oportunidad de jugar, hablar y de oír cuando usted les habla. Escuche lo que tienen que decir y conteste todas las preguntas que ellos hagan.
  7. Acérquese a los docentes para que le den orientación y consejos que le ayuden a promover la lectura en el hogar.

El papel de la escuela en el desarrollo de la lectoescritura emergenteEditar

Cuando los niños ingresan a la escuela, los docentes encontrarán diferencias individuales en el desarrollo de los niños que atienden, por lo que deben utilizar diversidad de estrategias para apoyar a cada uno de acuerdo a sus intereses y necesidades. Además, los maestros deben identificar qué conocimientos y destrezas tienen los niños y tomarlos como base para construir las experiencias de aprendizaje.

Rivalland[6] y Morrow[7] enfatizan en que es necesario brindar tanto oportunidades formales como informales de aprendizaje, en las que exista una planeación que involucre a los niños en el aprendizaje del lenguaje en general y del lenguaje escrito en particular, resaltando la funcionalidad de este último y lo placenteras que pueden resultar las actividades relacionadas con él.

Con base en el desarrollo de la alfabetización y de la aseveración que el aprendizaje de la lectoescritura debe estar debidamente planeado, la Asociación Internacional de Lectura (IRA, por sus siglas en inglés) y la Asociación para la Educación de Niños Pequeños (NAEYC) (1998) recomiendan que en las aulas de preprimaria los docentes:

  • Lean periódicamente en voz alta.
  • Expongan a los estudiantes a los conceptos del lenguaje impreso.
  • Realicen juegos con el lenguaje que les permitan desarrollar la conciencia fonológica y los principios alfabéticos.
  • Promuevan la expresión de los niños en forma oral y a través de la escritura.

Elementos clave para el desarrollo de la lectoescritura emergenteEditar

Es necesario tomar en cuenta que la lectura y la escritura son procesos que implican la idea de que se trabaja con un sistema de representación y de significación que funciona alfabéticamente, y están soportados por las letras o grafías, que representan fonemas o sonidos distintos característicos de una lengua. Las letras son unidades mínimas del sistema de la lengua, ya que solas no son en sí unidades con significado. Tienen significado en la medida que se combinan con otras para formar unidades con sentido: las palabras, las oraciones y los textos. Por lo anterior, es necesario tener presente, en todas las actividades para desarrollar la memoria visual, auditiva y motora de los estudiantes, que estas son un medio y no un fin en sí mismas. El propósito primordial es que los niños den sentido a lo que leen y que la escritura sea una herramienta para comunicar ideas con claridad.

La escuela en el Nivel Preprimario tiene la oportunidad de plantearse un plan de estimulación del lenguaje que promueva su utilización, así como desarrollar destrezas necesarias para el aprendizaje de la lectoescritura. A continuación se proponen siete elementos clave para el desarrollo de la lectoescritura emergente.

Figura 6. Elementos clave para el desarrollo de la lectoescritura emergente

Desarrollo del lenguaje oralEditar

El lenguaje oral incluye el uso de la palabra hablada e implica para los niños saber escuchar y hablar. Una forma que se utiliza para desarrollar el lenguaje oral es motivar a los niños a participar en conversaciones en situaciones formales, que los motiven a organizar sus ideas, seleccionar las palabras adecuadas, usar los gestos apropiados y adecuarse a la situación e interlocutores. En estas conversaciones los niños practican las destrezas de hablar y escuchar.

Según Chadwick y otros[8], escuchar es una habilidad aprendida y la forma más apropiada para desarrollarla es relacionarla con todas las actividades del lenguaje, especialmente las de expresión oral y de desarrollo de la percepción auditiva. La escucha requiere atención activa y consciente a los sonidos para obtener significado. Ollila[9] aporta cuatro destrezas que deben desarrollarse y que son transferibles e indispensables para la lectura: entender y recordar hechos; localizar sucesos en una secuencia; seguir instrucciones; interpretar y evaluar ideas en las historias.

Desarrollo de la comprensión oralEditar

La comprensión oral es la base para la comprensión de la lectura; comprender es un proceso que permite encontrar significado a lo que se oye o lee. Los niños en edad preescolar interactúan oralmente con el docente, con compañeros y otros miembros de la comunidad y, a través de escuchar los discursos de otros, van desarrollando la comprensión auditiva. Esta le permite saber qué dicen los demás, cómo se relaciona lo que dice una persona con lo que dice otra y pueden tener un punto de vista acerca de lo que escuchan.

Cuando escuchan historias, son capaces de saber que hay un inicio, un desarrollo y una conclusión, que participan personajes en la historia, que unos personajes son más importantes que otros, son capaces también de suponer qué pasará después y de identificar el tema. También pueden desarrollar la capacidad de seguir instrucciones orales simples. Todo esto es la base que luego les ayudará a desarrollar la comprensión de lo que leen.

Para la comprensión oral es fundamental escuchar historias que sean leídas o contadas. Es importante tomar en cuenta que hay diferencias entre leer un cuento y contarlo.

Al contar cuentos:

  • Se da una comunicación visual directa con los niños.
  • Los niños escuchan y ven directamente la expresión del rostro, los gestos y la entonación de la maestra o persona que narra.
  • Los niños tienen la oportunidad de observar directamente a la maestra, de comprender mejor el contenido y aclarar expresiones y términos cuya comprensión puede resultar compleja.
  • La narración se enriquece por los elementos nuevos que se aportan al narrar.
  • Se adaptan palabras, expresiones o acciones al nivel de los niños.
  • Los niños tienen un buen modelo de expresión oral en la medida en que se les narra el cuento con variedad de entonaciones.

Al leer cuentos:

  • Se establece una relación emotiva en la cual los niños asocian la lectura con un momento agradable en compañía de la maestra o adulto.
  • Los niños relacionan las palabras escuchadas con las escritas y descubren que cada letra o grafema tiene un sonido y en conjunto un significado. Es así como aprenden nuevos significados, nuevas palabras (vocabulario) y estructuras oracionales, propias del lenguaje escrito.
  • Los niños se familiarizan con el manejo de los libros: direccionalidad al leer, diferentes formas de letras y palabras, diferentes propósitos, etcétera.
  • La persona que realiza la lectura, según la claridad, el entusiasmo y la expresión con que lea, será un buen modelo y estimulará el interés por la lectura.

Animación a la lectoescrituraEditar

La escuela y el aula deben ofrecer un ambiente que estimule la lectura, con diversidad de materiales y un espacio físico que ofrezca variedad de oportunidades de lectura a los niños. Los libros deben ser preferiblemente literarios, pero también deben haber textos funcionales que están presentes en el entorno del niño, como afiches y recetas, entre otros.

Los niños deben tener la oportunidad de manipular los libros, hojearlos, descubrir cómo se utilizan; pero también de escuchar y leer cuentos o historias y que expresen oralmente sus experiencias con los libros, las palabras que más les gustan, las que desconocen. Todo esto para propiciar el interés por aprender a leer y a escribir.

De acuerdo con diferentes investigaciones, la mayoría de buenos lectores proviene de hogares letrados, en donde existe una presencia permanente de libros, revistas, periódicos, afiches, entre otros materiales de lectura. La familia invierte en adquirir libros, comentan noticias, experiencias y los libros que leen; además suelen dejar recados escritos, hacen listas de necesidades, consultan diccionarios, internet u otras fuentes de información. Son hogares inmersos en un mundo letrado, donde los libros o materiales impresos son parte natural del ambiente.

Para motivar la lectura pueden utilizarse megalibros. Estos se pueden elaborar utilizando hojas de cartulina (de 30 x 40 cm aproximadamente). Es importante que posean las siguientes características:

  • Lenguaje sencillo que despierte la imaginación e invite a soñar;
  • Estructura simple, que en la medida de lo posible siga un patrón repetitivo y predecible;
  • Personajes que realicen acciones rápidas;
  • Lugares concretos;
  • Ilustraciones que, a través de su color, forma y textura, sean un lenguaje en sí mismas y aporten significado a los cuentos;
  • Letra de imprenta o script en tamaño grande;
  • Cubierta llamativa, que puede ser diseñada y pintada por los mismos niños.
Figura 7. Maestra leyendo un megalibro a los niños

Parte de la motivación a la lectura es la denominada por Condemarín[10] “jugar a leer”. Esta es una actividad en que el niño se comporta como un lector que lee de corrido, aunque aún no decodifica las palabras, a través de sonorizar sus letras. La importancia de esta actividad radica en que el niño almacena en su memoria una gran cantidad de palabras, que logra modular con entonación y con la sintaxis adecuada, además de captar el significado del texto completo.

Debido a que esta actividad implica que los maestros les lean frecuentemente cuentos, poemas, rimas, trabalenguas, etc. y que los niños los escuchen y repitan muchas veces, se memorizan los textos. Las lecturas más fáciles de memorizar son las predecibles, porque les permiten anticipar o adivinar las palabras que vienen a continuación. Las lecturas predecibles se caracterizan porque:

  • Se basan en rimas, trabalenguas, adivinanzas, rondas, letras de canciones, poemas u otros que forman parte de la tradición oral de la comunidad a la que pertenecen.
  • Utilizan patrones repetitivos o acumulativos, por ejemplo La chivita: “Sal de allí chiva, chivita, sal allí chiva, chiva…”
  • Presentan ritmos o secuencias, por ejemplo: “A la una sale la luna; a las dos, mi reloj; a las tres, tomo un tren…”

Se propone implementar la actividad de “jugar a leer” con los niños, al menos dos veces por semana, ya que favorece la iniciación a la lectura de una manera entretenida y gratificante. Permite a los niños practicar la correcta articulación de sonidos y palabras al repetir varias veces los cuentos, las letras de las canciones, poemas, etcétera. También estimula la utilización de vocabulario y que comprendan la forma de ordenar las palabras para comunicarse en situaciones formales, además de tener la oportunidad de contrastarlo con el lenguaje coloquial que utilizan en la cotidianidad. Por último, estimula la toma de conciencia de la lectura como una actividad portadora de significado.

Desarrollo de la conciencia fonológicaEditar

Chadwik y otros[11] explican que es importante que el educador promueva que los niños reconozcan y reproduzcan los sonidos correspondientes a los fonemas del lenguaje. En esta etapa de desarrollo, los niños disfrutan cuando juegan con palabras y sonidos, por lo cual el docente debe aprovechar esta tendencia natural y propiciar diversas actividades que mejoren la habilidad de discriminar y emitir sonidos. Los niños pueden cantar, repetir sílabas y palabras, encontrar rimas, inventar nuevas palabras y, con ayuda de melodías y ritmos, aumentar su conciencia fonológica.

Desarrollo de la conciencia del lenguaje escritoEditar

Es la capacidad de comprender que el lenguaje escrito tiene relación con el lenguaje oral y expresa mensajes; las conversaciones pueden escribirse y leerse. Todo lo que está escrito puede ser lenguaje oral y viceversa; la extensión de la palabra oral está relacionada con la extensión de la palabra escrita. El niño también debe tomar conciencia de que la lectura se realiza de izquierda a derecha, de arriba abajo, que las letras se pueden leer y que la estructura del lenguaje escrito es distinta a la del lenguaje hablado.

Un estudiante que tiene conciencia del lenguaje escrito, generalmente puede leer algunos signos y logos con los que se encuentra familiarizado en su entorno. Esta habilidad se desarrolla en la medida que los niños tienen la oportunidad de acercarse a diversos materiales impresos, de escuchar la lectura de libros, así como observar diversos rótulos publicitarios, logos, signos, etiquetas, carteles, calendarios, etc. Con estos recursos la maestra tiene oportunidad de demostrar la direccionalidad de lectura (se lee de izquierda a derecha), mayúsculas, minúsculas, diferentes tipos de letras, signos de puntuación.

Desarrollo del vocabularioEditar

Según los planteamientos de Chadwick y otros[11], diversos estudios, entre ellos el de Harris[12] al ingresar a la escuela, la mayoría de niños (alrededor de los seis años), parece que conocen el significado de unas de 2500 palabras y lo incrementan alrededor de 1000 palabras por año, en las primeras etapas, de 2000 palabras al año en la enseñanza media y así progresivamente. No existe un método específico para aprender las palabras, varía según el desarrollo intelectual y la estimulación del medio.

Un forma de propiciar el aprendizaje del vocabulario es ir identificando palabras nuevas en las diversas actividades que se realicen en el aula, luego motivar el conocimiento de su significado, hacer que los niños comprendan que lo que hablan se puede escribir, y también mostrar ilustraciones relacionadas (esto puede hacerse con carteles, fichas, ilustraciones de un libro, dibujos que ellos mismos realicen, etc.). También es importante tener un espacio en el aula para colocar el “nuevo vocabulario”, y motivar a los estudiantes para que lo utilicen y se apropien de su significado.

Desarrollo de la grafomotricidadEditar

La grafomotricidad es la actividad motriz vinculada al trazo para adquirir destrezas motoras relacionadas con la escritura. Abarca la coordinación visomotora, ubicación espacial, direccionalidad, segmentación, legibilidad y rapidez en la escritura.

El aprendizaje del trazado de las letras es algo mecánico que requiere poner en práctica habilidades motoras finas y de memoria visual. Cuanto más automatizado esté el trazado de las letras, menor esfuerzo cognitivo se requiere y la cognición estará más libre para realizar otras actividades. El trazo de las letras y su relación con el fonema se puede automatizar o mecanizar mediante ciertas actividades lúdicas que implican repetición. Propiciar que los estudiantes hagan el trazo de las letras que forman parte de una palabra (para que siempre se les vea como unidades que juntas integran algo con sentido) o que hagan los trazos de las letras de toda una palabra son actividades básicas. Repetir de tres a cinco veces algún elemento ayuda a desarrollar la memoria visual y motora, relacionadas con el trazo y la imagen de la letra; por esta razón no es necesario hacer que el niño complete planas de letras y palabras.

Los juegos que desarrollan el esquema corporal (ayudan a idear esquemas espaciales para tener claras las nociones de arriba, abajo, derecha, izquierda), juegos de lotería, trazar caminos, recortar, pegar, etc., son actividades valiosas en el aprendizaje de la lectoescritura emergente.

Banco de actividadesEditar

Para practicarEditar

De la teoría a la práctica... modelo de una clase de lectoescritura para preprimariaEditar

El pollito chiquitín y el gallo copetón - carátula.png

A continuación se presenta, en miniatura, el megalibro El pollito chiquitín y el gallo copetón que es utilizado en la clase modelo.

El pollito chiquitín y el gallo copetón.png

A continuación encontrará el modelo de una clase de preprimaria, etapa 6 años. En ella se incluyen los elementos clave de la lectoescritura emergente, las actividades y el tiempo aproximado que se requiere para cada una; este tiempo no necesariamente es continuo, puede distribuirse a lo largo de la jornada escolar.

Elemento clave y propósito de las actividades Sugerencia de actividades
1. Lenguaje oral (20 minutos)
  • Converse con los niños acerca de los animales.
  • Pregunte a los estudiantes qué animales conocen. Oriente las respuestas hacia el pollo y el gallo. Pida que mencionen a las aves que viven en una granja.
  • Solicite que describan cómo son un pollo y un gallo.
2 Lectoescritura (90 minutos) Conciencia fonológica

(5 minutos)

Identificar el sonido o.

  • Cuente a sus niños que hoy van a tener la oportunidad de escuchar un cuento muy divertido y que antes van a jugar con un sonido.
  • Pida a los niños que imiten a la gallina poniendo huevos: Cooo, cococo, cooooooooo,...
  • Pida a los niños que imiten a un niño sorprendido: ooohhh, ooohhh, ooohhh...
  • Pida a los niños que repitan con usted y aplaudan diciendo la o, de la siguiente manera
o o o oo o oo ooo o ooo o
  • Pida que repitan con usted:
¡oh! ¡oh! ¡oh! ¡oh! ¿oh? ¿oh? ¡oh! ¿oh? ¿oh? ¡oh!
  • Diga las siguientes palabras: oso, juguete, dedo, títere, tos, pelota, oído, payaso, lotería, más, caja, árbol, vaso, plato, porcelana, taza. Pida que digan ooooooooooo cuando oigan el sonido de la o.
  • Escriba la o en el pizarrón y dígales que el sonido que han estado aprendiendo cómo se escribe o.
Grafomotricidad

(10 minutos)

Practicar el trazo de la o.

  • Pida a los estudiantes que observen la o y que la tracen en el aire.
  • Solicite que hagan la forma de la o uniendo sus dedos pulgar e índice, luego con el pulgar y el dedo medio, luego con el pulgar y anular y finalmente con el pulgar y el meñique.
  • Pida que formen la o con plasticina.
  • Modele cómo se traza la o y pídales que la tracen en la arena, en el suelo o en otra superficie.
Vocabulario

(15 minutos)

Identificar el nombre de diversos animales.

  • Pida a los niños que mencionen otros animales que no aparezcan en el libro.
  • Motívelos a dibujar un animal diferente y luego que los agrupen según sus características, por ejemplo: los que vuelan, los que caminan, los que comen granos, etc.
Animación a la lectoescritura Lectura de textos (10 minutos)

Activar los conocimientos previos sobre el tema de la lectura.

Antes de la lectura
  • Muestre a los estudiantes la portada del megalibro y lea el título: El pollito chiquitín y el gallo copetón (ver al final del cuadro).
  • Pídales que respondan: ¿por qué quisieran leer este libro?, ¿de qué podría tratar?, ¿quiénes serán los personajes?
  • Pida a los estudiantes que describan la portada.
  • Pida que imaginen de qué se tratará la historia.
Conciencia del lenguaje escrito

(30 minutos)

Modelar la lectura oral

Durante la lectura
  • Pida a algunos estudiantes que, con solo observar la imagen de la portada, comenten de qué creen que se tratará la historia.
  • Lea el cuento usando la siguiente secuencia en cada página:
    • Deslice la mano debajo de cada línea mientras usted lee.
    • Permita que los niños y las niñas hagan preguntas mientras usted lee.
    • Lea nuevamente y dígales que cuando escuchen el sonido o, digan ooooooooooo.
    • Cuando termine, haga una pregunta relacionada con el contenido leído. Por ejemplo:
Págs. 2 - 3. ¿A dónde va el pollito?
Págs. 4 - 5. ¿A quién se encontró el pollito?
Págs. 10 - 11. ¿De qué estarán platicando el pato y el gallo?
  • Al finalizar toda la historia, vuelva a leerla sin hacer más preguntas a los estudiantes, pero solicite que en cada página digan en coro el estribillo: comió y comió y no creció.
Estrategias de comprensión

(25 minutos)

Después de la lectura
  • Pida a los estudiantes que cuenten lo que pasó en la historia de acuerdo con este orden: al principio, luego y al final.
  • Pídales que opinen sobre los personajes o sobre lo que hicieron en la historia. Ejemplos: ¿por qué no crecía el pollito?, ¿cómo quién quería ser el pollito?, ¿qué hacía el pollito para crecer?
  • Forme parejas y pídales que cambien el final de la historia.
  • Solicíteles que dibujen tres animales que intervengan en el cuento. Luego, en parejas, que comenten qué les gustó del cuento.
Evaluación formativa (15 minutos)
  • Diga 5 palabras a los estudiantes y pídales que aplaudan cuando la palabra empiece con el sonido o.
  • Pida a los estudiantes que identifiquen la letra o en textos escritos.
  • Lea un cuento corto a los estudiantes y pídales que identifiquen los personajes, además del principio y el final de la historia.
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NotasEditar

  1. Vega, L. y otros (2006). Alfabetización. Retos y perspectivas. México: UNAM.
  2. Sulzby y Tele (1991), citados en Saint Laurent, Giasson y Couture (1997).
  3. Dixon-Krauss (1996).
  4. Justice y Kaderaveck (2002).
  5. Gates (1996)
  6. Rivalland (2000)
  7. Morrow (2001)
  8. Chadwick (1998)
  9. Ollila (1981)
  10. Condemarín, M. (1990)
  11. 11,0 11,1 Chadwick y otros (1998).
  12. Harris (1966).

Conjunto de sonidos articulados con que el hombre manifiesta lo que piensa o siente (DRAE). Facultad que sirve para establecer comunicación en un entorno social, se le considera como un instrumento del pensamiento para representar, categorizar y comprender la realidad, regular la conducta propia y de alguna manera, influir en los demás.

Término utilizado, a menudo, como un saber hacer. Se suele aceptar que, por orden creciente, en primer lugar estaría la habilidad, en segundo lugar la capacidad, y la competencia se situaría a un nivel superior e integrador. Capacidad es, en principio, la aptitud para hacer algo. Todo un conjunto de verbos en infinitivo expresan capacidades (analizar, comparar, clasificar, etc.), que se manifiestan a través de determinados contenidos (analizar algo, comparar cosas, clasificar objetos, etc.). Por eso son, en gran medida, transversales, susceptibles de ser empleadas con distintos contenidos. Una competencia moviliza diferentes capacidades y diferentes contenidos en una situación. La competencia es una capacidad compleja, distinta de un saber rutinario o de mera aplicación.

Perteneciente o relativo al conocimiento. La dimensión cognitiva está formada por conceptos como construcciones o imágenes, que representan la realidad mediante clases o categorías. Está formada igualmente por un conjunto de procesos (percepción, memoria, lenguaje, pensamiento). A nivel más abstracto, también los principios, que relacionan o ligan determinados hechos o conceptos de un modo determinado.

Es un documento funcional, generalmente breve, que sirve para comunicarse por escrito en situaciones de la vida cotidiana.

Habilidad, facilidad o arte para hacer algo bien hecho.

Proceso mecánico mediante el cual se aprende a representar palabras y oraciones con la claridad necesaria para que puedan ser leídas por alguien que tenga el mismo código lingüístico. La escritura es la representación gráfica de nuestro lenguaje.

Modo de escribir o representar los sonidos, y, en especial, empleo de tal letra o tal signo gráfico para representar un sonido dado.

Incitación o excitación para iniciar o para avivar una actividad.

Capacidad o destreza para hacer algo bien o con facilidad.

Narración de las acciones que les suceden a unos personajes en un espacio y un tiempo determinados.

Espacio vital en el que se desarrolla el ser humano. Conjunto de estímulos que condicionan al ser humano desde el momento mismo de su concepción.

Es un libro de tamaño semejante al de un periódico, de cuatro a dieciséis páginas, aproximadamente, para ser leído con un grupo grande de estudiantes.

Parte de la gramática que estudia el modo en que se combinan las palabras y los grupos que estas forman para expresar significados. (Real Academia Española. (2014). Diccionario de la lengua española. 23.a ed. Madrid: Espasa).

Crecimiento o aumento en el orden físico, intelectual o moral.

1. Seleccionar excluyendo. 2. Dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental, etc.

Término introducido por Le Boterf, entendido como los conocimientos, procedimientos y actitudes que es preciso emplear para resolver una situación. Unos son recursos internos, que posee la persona, tales como conocimientos, procedimientos y actitudes

En escritura a mano, es la claridad y exactitud en el trazo de la letra.

Es la habilidad para identificar y manipular sonidos en el lenguaje oral. Cuando los estudiantes logran dominar esta habilidad, tienen la capacidad de identificar sonidos y pueden comprender que las palabras están formadas por sonidos y que estos se pueden representar con letras y palabras.

Capacidad de producir una palabra específica para un significado o la habilidad de comprender palabras.