Desaparición forzada

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Desaparición forzada[editar | editar código]

“Esta fue una modalidad de secuestro y desaparición de las personas realizada por las fuerzas de seguridad gubernamentales o por sus organizaciones de fachada, donde el Estado, supuesto detentador de la ley, actúa ilegalmente y niega toda información sobre la privación de la libertad del detenido. La persona era deliberadamente ocultada y negada por cualquier entidad judicial, policíaca o militar creando un vacío legal. Ésta era torturada y sujeta a presiones de todo tipo con el fin de sacarle información y quebrar su voluntad para obtener información de sus organizaciones. Generalmente terminaba por ser eliminada físicamente en total secreto y anonimato, quedando su muerte solamente sugerida”.

Tomado de: IIARS (2015). La Historia reciente. Un libro de contenidos sobre el Conflicto Armado Interno en Guatemala. Paquete Educativo ¿Por qué estamos como estamos? IIARS

Desaparición forzada

“(…) el arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a la protección de la ley.”

Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contra las Desapariciones forzadas, art. 2

Glenda, Rosaura y Almita Portillo*[editar | editar código]

Glenda Portillo
Rosaura Portillo
Alma Portillo

El viernes 11 de septiembre de 1981 Adrián Portillo Alcántara fue secuestrado en la zona 1 de Guatemala por un grupo de hombres jóvenes armados, vestidos de civil, a bordo de un vehículo con vidrios polarizados y sin placas. Horas después en su casa ubicada en la zona 11 ese mismo grupo (según se deduce de los relatos) detuvo y secuestró a su esposa Rosa Elena Latín de Portillo, de 23 años, y la hija de ambos Alma Argentina, de sólo 18 meses de edad. Ese día se encontraban de visita, procedentes de Jutiapa, las pequeñas Glenda Corina y Rosaura Margarita Carrillo Portillo, de nueve y diez años respectivamente, nietas de Adrián Portillo Alcántara.

Además se encontraba también Edilsa Guadalupe Álvarez Morales, de 18 años, compañera de Manuel Alfonso, hijo del dueño de casa. Algunos vecinos contaron a los familiares de las víctimas que, durante el operativo militar, escucharon las voces de mujeres y niños que lloraban y pedían ayuda. Sin embargo, las Fuerzas de Seguridad dijeron que la casa se encontraba deshabitada. Los medios de Prensa se hicieron eco de la versión oficial: "Aparte de la incautación [de material subversivo] no se reportan capturas de las personas usuarias del lugar de referencia, pues al acudir el elemento de seguridad pública, el reducto estaba deshabitado".

En su testimonio Adriana Margarita Portillo relata: “Cuando nos acercamos a la casa observamos que la manzana estaba completamente rodeada por autopatrullas de la Policía Nacional y por camiones y jeeps del ejército. También se encontraban algunos vehículos con ventanas polarizadas. Al llegar al saguán, el cual estaba abierto, inmediatamente fuimos rodeadas por un grupo de hombres fuertemente armados, portando ametralladoras y escuadras calibre .45mm. Algunos de ellos vestían de particular, otros vestían el uniforme del ejército y de la policía militar ambulante, del Comando Seis, y otros pocos vestían el uniforme de la policía nacional”.

A su llegada ella y su cuñada que la acompañaba fueron interrogadas por miembros del Ejército quienes les daban información contradictoria acerca de lo que estaba sucediendo:

Durante el tiempo en que fuimos interrogadas una voz interior murmuraba: ´talvez confundimos la fecha…tal vez papá se cambió de casa y olvidó decírnoslo…talvez todo esto es un sueño…por favor...que alguien me pegue...en la cara...por favor... despiértenme…por favor (…) Habíamos recorrido solo unos cuantos pasos cuando, de golpe, la realidad me golpeó: mi padre, mi madrastra, mi cuñada y mi hermanita-y solo entonces recordé-mi hijas, Rosaura y Glenda, habían sido capturadas por las fuerzas de seguridad del gobierno del general Lucas García. Eso solo podía significar que habían sido ahí mismo asesinadas o desaparecidas. El mundo -mi mundo- había sido destruido para siempre…Todo pareció detenerse en tiempo y espacio y entonces…con mis sobrinos agarrados fuertemente de la mano, empezamos a alejarnos rápidamente de la muerte. Íbamos buscando la vida, hacia donde los taxis se encontraban parqueados, a solo una cuadra de El Trébol. La muerte se dio cuenta de que había cometido un error muy grande al no detenernos y nos perseguía. Habíamos sido testigas de un crimen abominable”.

El paradero de Adrián Portillo Alcántara, Rosa Elena Latín de Portillo, Alma Argentina Portillo, Glenda Corina y Rosaura Margarita Carrillo Portillo nunca se supo. Las autoridades de Guatemala nunca reconocieron que la detención de los desaparecidos hubiera tenido lugar. El 31 de julio de 1998 la CEH consultó al Ejército sobre el caso. Este, mediante nota fechada el 20 de agosto del mismo año, contestó afirmando que en sus archivos no guardaba información al respecto y adjuntando la transcripción de un artículo de Prensa del día 12 de septiembre de 1981.

*Texto construido con base en: Reporte de la comisión para el esclarecimiento histórico "Guatemala: memoria del silencio". Caso ilustrativo no. 87 Detención y desaparición forzada de seis miembros de la familia portillo, incluidas tres niñas.

¿Dónde Está Félix Estrada?[editar | editar código]

Por: Salomón Estrada Mejía.

Recreación de la habitación de Félix Estrada

Nuestros padres fueron Félix Estrada Hernández (+) y Victoria Mejía (+), Félix, mi hermano, nació en la ciudad capital de Guatemala el 17 de septiembre de 1958, estudió su primaria en la Escuela urbana “Adela Asencio Sandoval” ubicada en ese entonces en los campos del Roosevelt, en la zona 11 a un costado del Hospital Nacional que lleva el mismo nombre.

Su educación básica la cursó en la Escuela Normal Central para Varones “La Normal” fundada en 1873, jugando un papel protagónico durante el gobierno revolucionario del doctor Juan José Arévalo. Ahí se formó como maestro y dirigente estudiantil, luchando a la par de los demás estudiantes de nivel medio por la reconstrucción de la Escuela Normal, destruida por el terremoto en 1976.

Desde la Escuela Normal y el movimiento estudiantil, libró grandes batallas enfrentando al Pelotón Modelo o Antimontínes de la Policía Nacional, luchas que fueron fuertemente reprimidas por las fuerzas de seguridad del Estado, usando muchas veces las bombas lacrimógenas y armas de fuego en contra del estudiantado guatemalteco. Durante esas jornadas de lucha se registró la muerte de varios estudiantes y maestros, finalmente pudo estudiar hasta el quinto grado de Magisterio, pues su sueño era ser maestro.

Su militancia política y revolucionaria la inició a la edad de 9 años, en la Juventud Patriótica del Trabajo –JPT-. Luego de varios años militando en esta formación, participo en 1978 en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en la Habana, Cuba, en representación de la juventud guatemalteca.

Su capacidad organizativa le permitido ser parte de la Coordinadora de Estudiantes de Educación Media –CEEM-, que aglutinó la dirección de los establecimientos públicos de los estudiantes normalistas y de nivel medio. Inmediatamente hicieron una alianza con los obreros, campesinos, universitarios, maestros y otros sectores organizados dentro del Partido Guatemalteco del Trabajo -PGT-.

Por su nivel de compromiso y formación política, fue enviado en el año de 1982 a la Unión Soviética, un viaje que le sirvió para aumentar el compromiso de su lucha revolucionaria junto al pueblo.

Era un joven autodidacta, por lo que pasaba horas y horas leyendo por las noches, encendía varias candelas que le servían para generar un poco de iluminación sobre su mesa de estudio y trabajo, luego, cuando el cansancio lo alcanzaba, daba dos pasos y se tiraba sobre su cama a dormir.

El día 15 de mayo de 1984, en un día normal como cualquier otro, siendo un joven disciplinado con sus tareas y rutinas, salió a correr, regresó a nuestra casa -una casa sencilla y humilde-, se bañó y se preparó para salir, arregló su mudada de ropa y a las 6:30 de la mañana, salió rumbo a una reunión con miembros del Partido. Nunca más regresó.

Ese mismo día fue detenido y desaparecido por agentes del gobierno del general Oscar Humberto Mejía Víctores. Desde ese día, la familia comenzó a buscarlo y a demandar su aparición con vida. No nos hemos cansado de buscarlo, de esa cuenta han pasado 32 años de su detención, mis padres ya fallecieron, quedándose con la esperanza de encontrarlo.

Fue hasta el año 1999, el día 20 de mayo, cuando se conoció el contenido del Diario Militar o “Dossier de la Muerte”, un documento secuestrado del interior del archivo del ejército. En sus páginas se encuentra, detallada en una ficha, información de la detención de Félix, ocurrida en 1984. El código "300", que aparece en su ficha, significa que luego de un mes de cautiverio y tortura, lo asesinaron. 

Es un documento funcional, generalmente breve, que sirve para comunicarse por escrito en situaciones de la vida cotidiana.

Término utilizado, a menudo, como un saber hacer. Se suele aceptar que, por orden creciente, en primer lugar estaría la habilidad, en segundo lugar la capacidad, y la competencia se situaría a un nivel superior e integrador. Capacidad es, en principio, la aptitud para hacer algo. Todo un conjunto de verbos en infinitivo expresan capacidades (analizar, comparar, clasificar, etc.), que se manifiestan a través de determinados contenidos (analizar algo, comparar cosas, clasificar objetos, etc.). Por eso son, en gran medida, transversales, susceptibles de ser empleadas con distintos contenidos. Una competencia moviliza diferentes capacidades y diferentes contenidos en una situación. La competencia es una capacidad compleja, distinta de un saber rutinario o de mera aplicación.