Introducción

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En los últimos años, educadores y legisladores han hecho énfasis en la necesidad de desarrollar una educación para el siglo XXI, que prepare a nuestros estudiantes para satisfacer las necesidades económicas, tecnológicas y sociales de nuestras economías basadas en el conocimiento. Existe un amplio consenso en que la principal característica de la vida y el trabajo en el siglo XXI es su naturaleza cambiante. Los cambios están sucediendo tan rápido que es difícil predecir los trabajos exactos que los estudiantes de hoy tendrán a lo largo de sus vidas. Esto crea la necesidad de equipar a los estudiantes con las capacidades de aprendizaje independiente y permanente, en otras palabras, enseñarles cómo aprender. A pesar del amplio reconocimiento de este importante cambio en los objetivos de la educación, todavía sabemos poco sobre cómo enseñar a los estudiantes cómo aprender, y especialmente lo que este cambio significa en relación a la forma en que los maestros enseñan en sus aulas. La necesidad de desarrollar las capacidades de los estudiantes para el aprendizaje independiente se ha vuelto aún más urgente hoy que emergemos de la pandemia del Covid-19, en donde se ha visto cierres de escuelas sin precedentes y el crecimiento dramático del aprendizaje independiente en línea.

El objetivo de esta publicación es proporcionar información básica a los profesores sobre cómo ayudar a los estudiantes a convertirse en aprendices independientes. Sus recomendaciones se basan en el marco conceptual conocido como "aprendizaje autorregulado", o SRL (por sus siglas en inglés). Los aprendices autorregulados tienen conocimiento flexible y habilidades que les permiten manejar su cognición, motivación y emociones en la búsqueda de sus metas de aprendizaje. Pueden trabajar de forma independiente para construir conocimiento y saber cómo monitorear su comprensión y persistir ante las dificultades. Aunque los estudiantes pueden adquirir por su cuenta muchas de las capacidades de un aprendiz autorregulado desde sus propias experiencias en situaciones diarias de aprendizaje, muchos estudiantes no desarrollan estas capacidades adecuadamente. Por el contrario, las estrategias que utilizan para gestionar su aprendizaje son ineficaces e ineficientes y resultan en fracasos de aprendizaje. Se estima que una de las principales razones por las que alrededor del 30% de los estudiantes que comienzan sus estudios en las universidades estadounidenses deciden abandonarlos después del primer año, es su falta de preparación para enfrentar la demanda de aprendizaje independiente y autosuficiente.

En este folleto, "Enseñar Cómo Aprender", los maestros pueden encontrar información sobre algunas de las capacidades cognitivas, meta cognitivas, emocionales y motivacionales que caracterizan a los aprendices autorregulados, y algunas de las acciones que los docentes pueden emprender para promover el aprendizaje autorregulado en sus estudiantes. Estas incluyen, dar a los estudiantes tiempo para participar en tareas constructivas de forma independiente o en colaboración con sus compañeros, proporcionándoles los conocimientos y estrategias que pueden utilizar para gestionar su aprendizaje, controlar su motivación y emociones mientras completan estas tareas con éxito.

Nuestro trabajo en el proyecto "Enseñar Cómo Aprender: Promoviendo el aprendizaje autorregulado en las clases de STEM", -que cuenta con el apoyo de una beca Discovery del Australian Research Council, (www.teachinghowtolearn.edu.au)- es la base de las mencionadas recomendaciones. Este proyecto implica el diseño y evaluación de estrategias profesionales de aprendizaje destinadas a ayudar a los profesores a crear entornos de aprendizaje que promuevan el compromiso y el aprendizaje independiente de los estudiantes, especialmente cuando se enseña STEM (ciencia, tecnología, ingeniería, y matemáticas - por sus siglas en inglés). El proyecto es una colaboración entre Flinders University y the University of Melbourne en Australia, y también con Johann Wolfgang Goethe-University en Frankfurt, Alemania, y the State University of Arizona, en los Estados Unidos.

Nos gustaría dar las gracias a nuestros colegas por su incalculable ayuda y colaboración en este trabajo: Penny Van Deur, Mirella Wyra, Robert Mason, y David Jeffries en the College of Education, Psychology and Social Work, Flinders University; y Lorraine Graham, Sean Kang, Emily White, Wendy Scott y Carolyn Murdoch en the Graduate School of Education, the University of Melbourne. También nos gustaría reconocer las contribuciones de Igusti Darmawan en the University of Adelaide, Jodi Gordon en the Australian School for  Mathematics and Science (ASMS), y Lachlan McFarlane en Blackwood High School, así como todos los  educadores y maestros en formación que participaron en nuestros programas.

Indicadores de éxito de un plan escrito en forma específica.