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| Escribe lo que ves en esta ilustración: | | Escribe lo que ves en esta ilustración: |
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| ¿Por qué crees que estas personas se fueron a buscar el maíz? | | ¿Por qué crees que estas personas se fueron a buscar el maíz? |
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| Mi tía Floridalma gusta de contarnos leyendas mayas. Así aprendemos más de nuestra cultura chortí. Pero, ¿saben algo? para que estemos muy atentos y atentas inventa errores cuando está contando. Dice algunas cosas que no van o que no corresponden a la historia. Entonces nos ha pedido que quien se dé cuenta del error diga: | | Mi tía Floridalma gusta de contarnos leyendas mayas. Así aprendemos más de nuestra cultura chortí. Pero, ¿saben algo? para que estemos muy atentos y atentas inventa errores cuando está contando. Dice algunas cosas que no van o que no corresponden a la historia. Entonces nos ha pedido que quien se dé cuenta del error diga: |
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| ¡Garabato que no es lo mismo gato que pato! Pues hoy te invito a ser parte del juego. Lee atentamente la leyenda que nos contará. Y… ¡Alerta! Cuando encuentres algo que te parezca un error… debes decir la expresión que ya te conté. A ver si descubres los errores antes que nosotros. | | ¡Garabato que no es lo mismo gato que pato! Pues hoy te invito a ser parte del juego. Lee atentamente la leyenda que nos contará. Y… ¡Alerta! Cuando encuentres algo que te parezca un error… debes decir la expresión que ya te conté. A ver si descubres los errores antes que nosotros. |
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| dos hombres y una mujer muy pobres se fueron de su hogar para buscar comida. Por muchas semanas buscaron el maíz sin poder encontrarlo. | | dos hombres y una mujer muy pobres se fueron de su hogar para buscar comida. Por muchas semanas buscaron el maíz sin poder encontrarlo. |
| Se alimentaban solamente de frutos silvestres, de verduritas del monte, como decían. | | Se alimentaban solamente de frutos silvestres, de verduritas del monte, como decían. |
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| + | Después de mucho caminar, llegaron a lo alto de un cerro con muchos árboles pero sin ríos, apenas habían unos charquitos de agua. Allí tuvieron la sorpresa de encontrar una gran milpa. Muy asombrados se preguntaron: ¿Dónde estará el dueño o la dueña de esta milpa? Y entonces le preguntaron a los peces que estaban en el río |
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| + | —¡Garabato que no es lo mismo gato que pato! —dijo mi amiga Inés—. No pueden haber peces. Esos animalitos viven en ríos o en mares. Y usted dijo que en el cerro no habían ríos. |
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| + | —¡Así es mi querida Inés! -dijo la tía Floridalma-. Me gusta que estés atenta. Sigamos con nuestra leyenda. |
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| + | Pues resulta que había una sola milpa en el cerro. Uno de los hombres, impaciente y hambriento, quiso robar un elote. Pero sucedió que, al pretender arrancarlo, las flores del maíz hacían ruido: |
| + | —Shtt, shtt, shtt —dando aviso al dueño o a la dueña de la milpa. Y es que resulta que esas flores eran las guardianas. |
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| + | Por si esto fuera poco, el hombre impaciente entró a un ranchito que había cerca de la milpa. Ahí vio una ranita y, sin que ella le hiciera algún daño, la mató. Luego, el hombre encontró un tambor colgado y comenzó a tocarlo con unas baquetas. |
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| + | En ese momento el cerro retumbó. ¡Y de qué modo! porque el tambor era de la dueña del cerro y de la milpa. Al escuchar los truenos, llegó la dueña y preguntó: |
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| + | —¿Quién golpeó y mató a mi criado, el sapo? ¡Qué pecado el que han cometido! |
| + | —¡Garabato que no es lo mismo gato que pato! —dijo mi amigo Camilo—. El señor mató una rana y no un sapo. |
| + | —¡Qué listo Camilo ya veo que te fijas en los detalles! —dijo la tía—. Pues es cierto, la dueña reclamó porque había matado a la rana. Y prosiguió: |
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| + | Entonces, la dueña del cerro sopló las orejas del animal y éste revivió al instante. Luego les dijo que habían actuado mal. Pero como ella era muy buena, les perdonaría y les daría trabajo en el cerro para obtener lo que andaban buscando. Antes les dio a cada quien un guacalito de atol y una hilera de granos de maíz, porque estaban hambrientos. |
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| + | El hombre abusivo decía que la dueña del cerro era muy tacaña y estuvo renegando. El otro hombre y la mujer, muy agradecidos comieron y bebieron hasta llenarse. En cambio, el guacalito del hombre abusivo siempre estaba lleno y la hilera de maíz quedaba con la misma cantidad. Entonces tuvo que comer y beber hasta que ya casi reventaba. |
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| + | Después les pidieron que ayudaran en la calzada de la milpa y que cortaran leña. |
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| + | [[Archivo:Serie Kemon Ch'abäl Tercer Grado p(61).png|center|300px]] |
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| + | [[Archivo:Serie Kemon Ch'abäl Tercer Grado p(62).png|center|300px]] |
| + | En pago por haber realizado el trabajo, la dueña del cerro les entregó una mazorca a cada uno y les dijo: |
| + | —Se la llevan, pero no la vayan a comer. Hagan sus tapescos y pónganla allí. El hombre que nunca estaba conforme, renegó y dijo: |
| + | —¡Ve qué ganancia la que nos van a dar! ¿Qué haré con esta mazorca? ¡Ay Dios, con esto no hago nada! |
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| + | Pero el otro hombre y la mujer agradecieron. Al poco andar, la mazorca del hombre desagradecido comenzó a pesar y pesar más. La carga le pesaba tanto que ya casi no podía caminar. El otro hombre y la mujer tuvieron que ayudarlo. |
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| + | Cuando llegaron a su casa hicieron su tapesco y colgaron las sandías que les habían dado. |
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| + | —¡Garabato que no es lo mismo gato que pato! —gritó mi amigo Luis—. A ellos no les dieron sandías, les dieron mazorcas. |
| + | —¡Tan callado Luis que ya parecía una perdiz! Es cierto, hicieron su tapesco y colgaron las mazorcas que les habían dado. Y escuchen el final -dijo muy emocionada. |
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| + | Como les decía, cuando llegaron a su casa hicieron su tapesco, y allí colocaron la mazorca. Al otro día, la troje de maíz amaneció llena. Pero Para el hombre malagradecido, su maíz siempre fue escaso. |
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