El pequeño Pascual
Pascual era un niño que vivía en San Vicente Buenabaj. A él le gustaba pastorear los fines de semana. Tenía cinco ovejas, un caballo, una vaca y un perro llamado Peludo, a quien quería mucho. Llevaba sus animales a Nicajá donde había buen pasto.
Una noche, Pascual le dijo a su mamá: Mañana me quiero ir muy temprano a pastorear. ¿Me hace el favor de preparar mi desayuno? Su mamá estuvo de acuerdo.
El día siguiente, la mamá se levantó muy temprano y le preparó el desayuno a Pascual. Luego fue a despertarlo, pero él siguió durmiendo. De repente Pascual recordó que tenía que pastorear. Saltó de su cama, se vistió y montó su caballo. Después, salió acompañado de su perro Peludo. La mamá puso en un matate, el desayuno del niño y unos tamales para el perro. Pascual se despidió de su mamá y salió alegremente de su casa con su matate colgado. Iba muy tranquilo, cuando al llegar al cerro Tená, los envolvió una nube muy espesa de neblina. En ese momento, Pascual se percató que no llevaba su desayuno. Cuando llegó a Nicajá se dio cuenta que tampoco le acompañaba su perro, Peludo. Amarró sus ovejas, su vaca y su caballo a un árbol. Luego, muy triste, se fue a buscar al perro.
Al regresar por el camino… vio a lo lejos a Peludo que estaba junto al matate. Él vio cuando se cayó y se quedó cuidándolo. Pascual se alegró mucho. Peludo, al ver al niño, se levantó y corrió a su encuentro. El perro movía la cola demostrando su felicidad por encontrar a Pascual.
Luego, Pascual y su perro regresaron al lugar donde habían dejado a las ovejas, la vaca y el caballo. Después, tranquilamente, desayunaron debajo del árbol.
Momostenango, Totonicapán
Narración de las acciones que les suceden a unos personajes en un espacio y un tiempo determinados.