Kab’e kan o Cabracán: un nombre para temblar
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—¿Saben por qué nuestro pueblo se llama Cabricán?
La pregunta venía de Don Tono, quien sentado con sus hijos en el patio de la casa, veía caer el sol sobre el volcán de Tajumulco.
—La mera verdad no sabemos, papá.
—Hay un libro muy antiguo —comenzó a narrar el papá—, el libro sagrado de nuestros antepasados, que se llama Pop U’j. Ahí aparece Cabracán, el Dios del fuego, del relámpago, del viento huracanado y del temblor.
—¡Del temblor!, pero yo tengo miedo al temblor y tiene su Dios, —dijo uno de sus hijos.
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