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Mi novio se enoja fácilmente. Cuando gané la beca para ir a estudiar a la Capital no quería decírselo. Aprovechando que estaba de buen humor le toqué el tema, pero inmediatamente se enojó. No entendía por qué quería irme a la Capital, habiendo universidad en Quetzaltenango. Me preguntó si no sería que había alguien en la Capital que me gustaba. Me dijo que era una egoísta que no pensaba en la pareja. También que su trabajo, sus amigos y nuestras familias estaban en Quetzaltenango. Cada vez su enojo iba en aumento. Dio un puñetazo en la mesa y acabó pateando mi mochila. Temí que me golpearía, pero se dio media vuelta y se fue. Yo me quedé temblando y preguntándome por qué estaba con él. El resto del día no quise contestar el celular cuando me llamaba. A la mañana siguiente sonó el timbre de la puerta. Apareció en mi casa con un gran ramo de flores. No paraba de hablar de los planes que podríamos hacer cuando fuera a la Capital. Me sentí contenta de que lo hubiera aceptado. Esos son los momentos en los que creo que vale la pena tenerle paciencia. Creo que el amor puede realmente cambiar a una persona. Sin embargo, según se acercaba la fecha de marcharme, las peleas se hicieron más continuas. Incluso llegó a romper uno de mis libros nuevos y a patearlo. Luego venían las disculpas y los regalos cada vez más caros. Pero ya no le creía, sabía que cada vez pasaría menos tiempo para la siguiente pelea.
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