Las mazorcas son sagradas
En aquel año, un hombre sembró milpa en un terreno cercano. El hombre no cuidó la milpa, por eso, no creció. Las mazorcas se quedaron pequeñas. Cuando el hombre vio las mazorcas pequeñas, se enojó y cortó la milpa. Luego, enterró las pequeñas mazorcas junto a la milpa.
Una noche, el hombre escuchó un triste llanto. Este llanto venía del lugar donde enterró las mazorcas. Un vecino también escuchó el llanto y fue al lugar. El hombre y su vecino se encontraron allí. Ellos notaron que el llanto salía del suelo. El vecino empezó a escavar y ¡de repente!... encontró las pequeñas mazorcas. ¡Estaban llorando con mucho dolor! Estaban tristes porque las habían desechado por ser pequeñas. El hombre se sintió mal. Por eso, siempre hay que valorar y respetar a las mazorcas, por muy pequeñas que sean. ¡Las mazorcas son sagradas!
San Martín Sacatepéquez, Quetzaltenango