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Imaginémonos por un momento que nosotras y nosotros mismos hemos sido víctimas de una violación sexual o de un acoso sexual callejero. Las emociones y sentimientos que se viven son muchos: enojo, frustración, sentimiento de vulnerabilidad, pena, e incluso culpa. Hay muchas ideas en la sociedad en la que vivimos que nos hacen sentir culpa en estos casos, cuando en realidad somos la víctima.
 
Imaginémonos por un momento que nosotras y nosotros mismos hemos sido víctimas de una violación sexual o de un acoso sexual callejero. Las emociones y sentimientos que se viven son muchos: enojo, frustración, sentimiento de vulnerabilidad, pena, e incluso culpa. Hay muchas ideas en la sociedad en la que vivimos que nos hacen sentir culpa en estos casos, cuando en realidad somos la víctima.
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Alguien que ha sufrido una violación no es culpable nunca de esta, pero la sociedad hace señalamientos hacia la víctima más que hacia el agresor. Ninguna mujer que sufre esta violencia debe sentirse culpable; no hay justi cación para al agresor, ni la vestimenta, ni el comportamiento, ni las altas horas de la noche. Nada justi ca una violación.
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Alguien que ha sufrido una violación no es culpable nunca de esta, pero la sociedad hace señalamientos hacia la víctima más que hacia el agresor. Ninguna mujer que sufre esta violencia debe sentirse culpable; no hay justificación para al agresor, ni la vestimenta, ni el comportamiento, ni las altas horas de la noche. Nada justifica una violación.
    
Las señoras de Sepur Zarco cargaron con estos sentimientos de enojo, tristeza, vulnerabilidad y pena por más de treinta años. En su comunidad las señalaban por lo que habían vivido y las hacían sentir culpables, aun siendo ellas las víctimas. Por ello, fue un gran acto de valentía y fuerza el tomar la decisión de llevar el caso ante un tribunal de justicia, y declarar en juicio todos los vejámenes a los que fueron sometidas por el ejército.
 
Las señoras de Sepur Zarco cargaron con estos sentimientos de enojo, tristeza, vulnerabilidad y pena por más de treinta años. En su comunidad las señalaban por lo que habían vivido y las hacían sentir culpables, aun siendo ellas las víctimas. Por ello, fue un gran acto de valentía y fuerza el tomar la decisión de llevar el caso ante un tribunal de justicia, y declarar en juicio todos los vejámenes a los que fueron sometidas por el ejército.
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Mientras se desarrolló el juicio, se habló del tema en programas de noticias en la radio, en la televisión y se escribieron notas de prensa y de opinión en varios medios de comunicación escritos, tanto en papel como de forma electrónica. Había opiniones a favor y en contra de que se realizara el juicio, también en defensa de los acusados o en defensa de las víctimas. Es un tema que provocó debate en la opinión pública porque, como vimos en un cuadro de texto anterior, el tema de la memoria histórica es importante. Hay sectores que pre eren el olvido antes que confesar que hubo crímenes durante la guerra. Pero un país con un futuro democrático solo se construye al reconocer los errores del pasado y al reparar los daños a las víctimas. Solo así seremos justos, solo así podemos construir un mejor presente y futuro para todas y todos.
 
Mientras se desarrolló el juicio, se habló del tema en programas de noticias en la radio, en la televisión y se escribieron notas de prensa y de opinión en varios medios de comunicación escritos, tanto en papel como de forma electrónica. Había opiniones a favor y en contra de que se realizara el juicio, también en defensa de los acusados o en defensa de las víctimas. Es un tema que provocó debate en la opinión pública porque, como vimos en un cuadro de texto anterior, el tema de la memoria histórica es importante. Hay sectores que pre eren el olvido antes que confesar que hubo crímenes durante la guerra. Pero un país con un futuro democrático solo se construye al reconocer los errores del pasado y al reparar los daños a las víctimas. Solo así seremos justos, solo así podemos construir un mejor presente y futuro para todas y todos.
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Allí radica la importancia del juicio y la valentía de las señoras de Sepur Zarco por buscar la justicia. Rompieron el miedo, se quitaron las culpas impuestas, enfrentaron la tristeza, la amargura y el enojo, para contarnos lo que les sucedió. Así sanaron ellas y así nos permiten a las guatemaltecas y guatemaltecos empezar a sanar las heridas del pasado y también las heridas del presente. Hacen una acción contundente en contra de la violencia sexual de ayer y de hoy. Nada justi ca una violación, nada justi ca el acoso, nada justi ca la violencia sexual.
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Allí radica la importancia del juicio y la valentía de las señoras de Sepur Zarco por buscar la justicia. Rompieron el miedo, se quitaron las culpas impuestas, enfrentaron la tristeza, la amargura y el enojo, para contarnos lo que les sucedió. Así sanaron ellas y así nos permiten a las guatemaltecas y guatemaltecos empezar a sanar las heridas del pasado y también las heridas del presente. Hacen una acción contundente en contra de la violencia sexual de ayer y de hoy. Nada justifica una violación, nada justifica el acoso, nada justifica la violencia sexual.
    
[[Archivo:La luz que vuelve - pie páginas.png]]
 
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